lunes, julio 09, 2012

Contraviento.


Un buen día aprendí a andar en bicicleta. Caí muchas veces; aún hay marcas de ellas. He pedaleado al calor, a la luz, a la oscuridad, a la humedad y mientras la fría escarcha quedaba en mis manos. 


He conocido gente nueva y espacios de oculta e inmensa belleza. Simples para algunos, pero que hoy constituyen parte de mi universo. Mis cabellos se han peinado al aire por kilómetros. En dos ruedas generé amistades que no conocen altibajos. 


He disfrutado del favor del viento, y a contraviento se han secado lágrimas cuando las cosas no marcharon bien. Las ruedas me guiaron a esos lugares donde mi alma sanó. 


Entre la vida y la cleta hay una cosa clara. La cosa no es cuántas veces caiga, ni el viento y la lluvia me quieran frenar. "No dejes de pedalear" gritaba mi viejo, cuando aún habían ruedas pequeñas en mi eje trasero.


Cuenta me doy en cada pedaleo, que la vida es un gran sendero. Yo lo recorreré en bicicleta. Un buen día aprendí a andar en ella.



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