Mientras apago la luz (pienso en tí)
Pensar en cómo fué o como sucedió resulta casi inexplicable. Sólo queda pensar en que la vida une sabiamente a aquellos que necesitan de algo que el otro puede entregarle, entregando recíprocamente también otro algo que sea de necesidad para ese otro.
Suena enredado pero continúa siendo misteriosamente bello. Así y ahora, los sentimientos de satisfacción y de plena confianza que me causa el sólo pensar en los nuevos amaneceres y anocheceres que veré apoyado en tus maternales piernas y observando tus ojos de miel, se entrecruzan con el miedo de soltar de tu mano y perderte en la espesura de este mundo que sabe distinto ahora, contigo.
Porque no tengo ni hora, ni día para quererte, ni existe el cansancio para besar tus labios.
Te quiero porque eres como te visioné en mis solitarias caminatas por la ciudad, o en mis interminables noches, que con desesperación buscaba un regazo como el tuyo en el que reír, soñar, o llorar.
Te quiero porque eres quien desconecta mi ser de la toxicidad del mundo, quien con sólo mirarme logra felicidades que eroga el propio ser hasta el punto de volverme un tonto en busca de imposibles; por, simplemente ser quien llena ese trozo de vida muerta que tenía hasta aquel día en que tu mirada se cruzó con la mía.
Te quiero porque tus labios me enseñaron lo sublime de un beso, la ternura del existir ahí, y ahora, y la calidez maternal de una mujer.
Te quiero porque me enseñaste cosas que no se aprenden sin haber sentido aquellos escalofríos y los sudores cálidos que me producen tus abrazos.
Te quiero sin pensar en la medida de mi entrega, porque tus sonrisas me hacen ser feliz.
Te quiero porque me demostraste que realmente tengo una razón de estar aquí y por ver que los sentimientos no están en el cerebro ni en un corazón, sinó que en un intangible, como es nuestra alma.
Te quiero simplemente así, sólo porque te quiero. Y aunque no estés aquí ahora, y conmigo, tus olores llegan a mi ser, pudiendo sentir tu voz como resuena en mi habitación, junto con tus incomparables respiraciones en mi boca, y con ello, uno de aquellos besos que me obligan a terminar besando tus manos con el secreto deseo de detener el tiempo para besar también tu alma.