Cumplí veinte y me aterra escribirlo en números. En verdad me aterra escribirlo.
- ¡Mamáaaaaaaaa, quiero tener cinco! - grito.
- ¡Aaaay que lindo, yo igual quiero que tengas cinco! - dice mi vieja en tono de apoyo mientras me tira un cachete.
Eso no me apoya en nada.
Cumplo veinte y quiero ir al colegio, andar en bicicleta, ensuciar el delantal, no pagar en las micros, poder usar los juegos que dicen "hasta 10 años", dibujar porquerías, comer chocolate con los dedos sucios, ver tele hasta las 10, tener mamadera propia, dormir 12 horas diarias, bañarme cada tres días sin que me delate el olor, jugar a los autitos en el barro, andar de la mano con mi papá y mamá, y estar todos los días sin tantas putas preocupaciones del ser grande y huevón. Sobre todo tan huevón como yo.
- Por algo crecemos - dice mi viejo, siempre sabio - Dios tiene momentos para todo. Sólo piensa en las cosas que ahora haces y que antes no podías hacer, sólo por el hecho de ser más grande -.
Sonrisas y miradas cómplices.
- ¡No seas cochino sipoh! - interviene mi buena madre.
Reímos.
En realidad, debe existir un porqué no podemos detener el tiempo.
Es duro pero hay que aceptarlo. Siempre me quedo con las ganas de romper relojes.
Mi canción de siempre... Coldplay - Clocks